Mi casa, su casa
Huariques de antaño
Desde amigos, hasta presidentes
Los huariques son lugares de poco reconocimiento, a excepción de sus parroquianos, pero que en los cuales encontraron algo mucho más que un espacio para conversar. Desde tragos, piqueos hasta platos fuertes que ayudasen a combatir o a calmar el alcohol que poco a poco subía.
Algunos han sobrevivido hasta estos días, otros se fueron yendo con el tiempo, pero solo aquellos que fueron los mejores, quedarán en la mente de los bohemios limeños que pudieron disfrutarlos.
Las principales características que debían presentar un huarique para ser llamado como tal era que debían tener una buena barra, precios bajos, un mozo cómplice, un dueño complaciente y lo principal, tenía que ser secreto.
Además, la ubicación estratégica, que lo hacía parecer como una tienda o una bodega, lo convertía en el mejor lugar para matar las penas y celebrar los triunfos o en tan solo un lugar para conversar con los amigos.
La Antigua Taberna Queirolo, el bar Queirolo, el Berlín, el bar Zela, el Palermo y el Hueco, por mencionar algunos, ubicados en su mayoría en el centro y alrededores de Lima forman parte de los varios huariques que durante muchos años se mantienen vigentes y que otros han ido desapareciendo al pasar de los años.
Han sido cuna de muchos artistas, en su mayoría criollos; puntos de reunión y hasta refugios de algunos presidentes; lugares de conversación entre amigos e incluso, en el caso del Bar Zela, fuente de inspiración para una de las novelas del reconocido escritor, Mario Vargas Llosa.
miércoles, 21 de octubre de 2009
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